Despedidas dolorosas

El viernes firme los papeles. He vendido mi coche. Soy de esos tipos que le coge mucho cariño a las cosas, me ha pasado desde pequeño, y este era un gran coche (no, no les pongo nombres). De esos que estoy seguro que no volveré a tener. El cómo yo pude llegara disfrutar 5 años de un cochazo es una historia extraña pero no viene al caso. Lo he vendido (regalao diría yo).

La cuestión es que al final, a pesar de la maravillosa experiencia que el coche me daba, lo diferenciado de su uso, las características de todo tipo que tenía. A pesar de estar enamorao de él. A pesar de todo había algo que no iba.

Había un lado negativo. Fallaba el coste, fallaba la fiabilidad. Tenía más fallos de los que puedo permitirme. No es que estuviera siempre en el taller, no. Sólo lo hacía más de lo que yo podía permitirme. Y sobre todo, lo hacía cuando peor me venía.

Había una desconfianza en el servicio que me ofrecía. Cuando lo usaba me enamoraba, pero de fondo tenía miedo. Tenía miedo a usarlo de verdad y que se estropeara.

Y todo esto viene a cuesto de lo de siempre: el servicio y el producto. De poco sirve tener un producto excelente, si solo lo es a ratos. De poco sirve tener lo mejor si no puedes confiar en ello.

Cuando diseñas un producto o servicio tienes que ponderar adecuadamente las funcionalidades, características y servicios que incluyes en tu oferta. Centrarte en todos aquellos que puedes ofrecer con las máximas garantías. Con un know-how que genere confianza. De poco sirve tratar de ofrecer algo en todos los frentes, tratar de hacer lo más bonito y lucido. Tratar de evitar que otros entren en el juego.

Tienes que hacer algo excelente, efectivo y de confianza. Si no te pasará como a mi coche, puede que la presentación sea excelente, puede que al usarlo te enamore, pero cuando llega la hora de la verdad, si falla o no te da confianza acabarán cambiando de «coche».

Yo siempre me acordaré de mi coche. Tus clientes puede que no se acuerden de ti.

2 comentarios en “Despedidas dolorosas

  1. Ese contador analógico de consumo es inconfundible. Y si a eso le sumamos el velocímetro, los kilómetros, el «cuentarevoluciones» y un par de detalles más, la foto se convierte en un acertijo fácil de resolver. No lo haré porque tú no lo has hecho pero ganas no me faltan.

    Yo hace poco sufrí una experiencia muy similar con un coche heredado de esos que ya no se fabrican. Lo vendí muy a mi pesar y por las mismas razones. Al final fallaba pero siempre lo recordaré como mi gran coche.

    Te acompaño en el sentimiento.

  2. @Carlo Gracias, lo echo de menos cada día, digo cada kilómetro.

    No obstante el post no sólo era un homenaje a mi 7 sino una excusa para reflexionar sobre el servicio, la satisfacción del cliente y la fidelidad de este. Tema en el que estoy muy involucrado.

    Gracias de verdad.

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