Todo empezó hace unos días con Luis.Tic616 y ha generado un buen conjunto de reacciones bien por comentarios o bien por otras entradas como esta en la que me veo reflejado de Rafa que describe esa asintonía entre el jefe empapado de ideas de «equipo» y la realidad del equipo. Se han tirado a la piscina alguno más. En particular señalaría a Borja que no ha hecho nada más que decir a las claras la reacción evidente a esto, por muy «políticamente incorrecto» que se quiera ver hoy en día.
Pero en realidad todo había empezado unos días antes. Bueno los dos o tres que me seguís sabréis que este es precisamente el asunto qué más me interesa y sobre el que más esfuerzos hago (por entenderlo, vamos) desde el principio.
Pero como dígo hacía ya unos días que quería escribir del tema. De nuevo a raíz de algún acontecimiento de empresa que vagamente he comentado me encontré dedicando largas horas a dialogar con muchos compañeros y amigos de la oficina. Me encontraba con muchos con el ánimo muy bajo, casi al borde del abismo de la ruptura (despido interior?!).
El que hayan llegado a esta situación ya es malo. Uno tiende a revisar las decisiones y oportunidades del «acontecimiento» en cuestión. Pero en realidad eso solo es la última gota. Si en realidad es que se me olvida que en mi opinión nuestra organización está en una crisis de organización. No es algo que solo vea yo, lo bueno es que estamos trabajando en arreglarlo. Quizá desde demasiado arriba y sin contar con ellos. Pero es que es difícil contar con todos ellos cuando han llegado ya a esa desmoralización.
Todo esto viene al caso por que al igual que estoy de acuerdo con las situaciones que «los jefes» describimos en las entradas mencionadas, también es cierto lo que algunos comentaristas han defendido y es que hay extraordinarias excepciones. Y nosotros tenemos unas cuantas. Son esos los que vienen. Son esos los que les afectan las pocas comunicaciones, los acontecimientos inesperados. Ellos son los que se deprimen.
Los otros les da igual. Son así. Si lo tenemos con nosotros es porque queremos. Pero ¿Qué hacemos con las excepciones?
Cuando otros meses me he devanado el cerebro en busca de ideas y soluciones para motivar no hice distinción. Traté a todo el grupo por igual en mi esfuerzo. Y eso no es correcto. No son iguales. Las motivaciones de uno y otro perfil son distintas. Lo que hay que hacer con ellos también. Y creo que lo he intentado.
La cuestión es que no es planificado, no es un mensaje prefabricado. Me sale así y eso si me ha sorprendido. Lo veo sincero. Y es que ante esa petición de ayuda o consejo implícita he respondido con muchas preguntas y respuestas por mi parte. Traté de armarles un esquema en el que el día a día, el proyecto en el que estamos metidos o la forma de organizarse para sobrevivir tuviera sentido.
Defendí, ya digo que sin buscarlo, muchos de los proyectos que tenemos en marcha o que no acaban de arrancar. Utilizándolos para motivar y arengar a mis amigos.
Y es que estaban mas fuera que dentro y yo me pregunto, les pregunté, por qué se desenganchan, por qué se empieza a hablar en tercera persona. Que motivo hay para que sientan que el arreglar esto no va ya con ellos. ¿Quien mejor que ellos para proponer cambios? ¿Que mejor motivación que ver cómo se llevan adelante esas ideas? Por qué hay un momento en que si tienen fuerzas para prepararse para el cambio de empresa: esfuerzos en ingles, esfuerzos en búsqueda, en entrevistas y a la vez presentan una falta de energías y ganas de cambiar nada aquí. ¿Y no será mejor ir mejorando o arreglando? Aunque sea para irse con un «ahí queda eso, ya funciona!».
Muchos se resisten. Te dicen que les encantaría poder trabajar contigo y con aquel. Encontrar gente como nosotros en otro sitio… ¡Pero si ya nos han encontrado! Estamos aquí. En nuestra empresa. Para qué complicarse la vida buscando fuera ¿Que queréis que hagamos? ¿Que proyecto queréis hacer? ¡Hagámoslo!
Te dicen que ya no están motivados que así no se puede. Y tendrán razón. Seguro que como empresa o equipo no lo habremos hecho todo bien. Es un hecho que ellos están desmotivados. Pero la verdad les veo reclamando un algo a la empresa que ni ellos saben qué es. Les falta algo y al parecer se lo tenemos que dar nosotros. ¿Pero qué es? ¿Motivación? No, eso no podemos. Como comenté hace tiempo la motivación se trae de casa. Nosotros lo que tenemos que hacer es no volver a desmotivaros.
Y es que nada, ni con lo que Luis o Rafa describen en sus entradas me desmoralizo. Estoy completamente convencido en la capacidad de mi organización para cambiarse a sí misma. Estoy convencido de que sabemos como equipo construirnos un futuro sin los sinsabores o esfuerzos que ahora tenemos. Estoy convencido que desde dentro e incluso sin la dirección podemos cambiar muchas cosas. Puede que ellos no nos dejaran inicialmente, pero una vez en marcha reconocerán la mejora.
Como digo me he sorprendido. ¿Tan enchufao estoy? No tenía conciencia de esto, han tenido que ser las necesidades de un esquema, de un objetivo por parte de mis compañeros lo que me ha llevado a dejar salir una parte de mi que también pensaba que se había ido.
Claro que mañana es lunes y hay que volver a la vida real de 1001 interrupciones y novedades… pero en el fondo sigo siendo un idealista ilúso.
En fin.
Me quedo con una frase: «la motivación se trae de casa. Nosotros lo que tenemos que hacer es no volver a desmotivaros». Una gran verdad, cada uno tenemos que encontrar esa razón que nos lleva a levantarnos cada día y a no querer morir cada domingo por la tarde.
Si la tienes, disfrutaras incluso en la Oficina de Patentes y Marcas. Si no la tienes o es sólo pagar la hipoteca, ya puedes trabajar en Apple o en Google, que siempre encontrarás como echar la culpa a la empresa por que «no te motiva».
@rafa gracias