Pues como no lo voy a mejorar os remito directamente al artículo de Raúl «O Delegas, o Delegas». Mi reacción inicial fue de reconicimiento, luego de dolor por el dedo acusador apuntándome.
Y es que parece fácil acusar al que no delega explicando que lo correcto es dejar hacer, que hay que dejar el espacio. Pero se olvidan que es demasiado fácil «abandonar» a su suerte a nuestros colaboradores. Que para que la delegación sea efectiva tiene que venir precedida de una formación y conocimiento mutuo que cimiente una confianza en los dos sentidos.
Y aún con todo eso, para delegar hay que «hacerlo» y me refiero a preparar las cosas para ello porque está bien que digas «tira millas» y si luego no está bien te comportes adecuadamente y no «crucifiques», que reconozcas la falta de información y encauces pero… es que tenías que haber delegado bien dando toda la información. Sino solo es «soltar un marrón» para tranquilidad de tu mente.
Pues eso, que las cosas hay que hacerlas bien.